Literatura Transformadora de vidas
Las tres producciones
cinematográficas confluyen en lo poderosa que resulta la literatura en la
transformación de la vida de personas ávidas de un cambio, aunque no por que ellas
mismas lo quieran, sino por su condición y por su entorno. Las tres personajes,
Matilda, la Sastrecilla y Hanna Frank se hubiesen perdido en la historia, se
hubiesen diluido y desaparecido como muchos de quienes les rodeaban de no haber
sido porque alguien hizo de puente entre ellas y la literatura. La literatura
surge en medio de las relaciones interpersonales, generalmente con personajes nuevos
portadores de ésta y lo suficientemente generosos para compartirla, sabedores
de sus efectos, seguramente por su propia experiencia.
La literatura lleva a las tres a
transformaciones inesperadas, alarmantes podría decirse, empezando por la
transformación de su manera de pensar, de conocer, de abrirse a la posibilidad de
romper y traspasar sus fronteras, la posibilidad de otros mundos, de otros
entornos, de otras posibilidades, de otro destino.
Por fin los temores ocultos de
Matilda encuentran una voz para expresarse, para indagar, aunque con timidez y
entonces surgen esperanzas, no digamos nuevas, porque es que no había
esperanzas. Ahora, como lo expresa Vásquez, (2008, p. 228) La literatura le
perite a Matilda, “actuar menos desde el sojuzgamiento y más desde la compresión”
para al final convertirse también ella, en maestra de literatura, en puente
para otros, en transformadora de vidas.
Una vida de estrechez, de escasez,
abundante más bien de prohibiciones y limitaciones, donde los deseos y las
ideas, aunque estén ahí, no afloran, se reprimen, es como si no existieran y por
supuesto la expresión literaria tampoco. Pero cuando llegan los relatos de
otros mundos, las ficciones de un Balzac desconocido, con otros hilos, con
otras agujas, con otros tejidos y entretejidos; entonces el desahogo causa frenesí
y las viejas costuras de la limitación se rompen y producen una nueva
costurera, capaz de entretejer otros modos de ser y de repensarse como mujer y
no solo como mujer, sino como ser humano capaz y libre para emprender otros
rumbos, otras costuras.
“Y así como la joven costurera
china también los niños y los jóvenes de nuestras escuelas encontrarán en la
literatura las agujas y los hilos para como dice Louise Rosenblatt en su libro Literatura
y Explotación, ”tramar su propia filosofía
personal.”(2002, Pg. 46). Esta misma autora resalta la importancia de
propiciar espacios para que los lectores vivan experiencias literarias que
posibiliten verdaderas “interacciones fructíferas” o transacciones entre ellos
y las obras (2002,p 46).
Ojalá en nuestras escuelas
florezcan otros tiempos, otros hilos, otras agujas, capaces de producir otras
costuras, otros tejidos y por supuesto, muchas costureras chinas.
Para Hanna las letras fueron su
motivación, su búsqueda, su esperanza, su tabla de salvación donde no quedaba ya
ningún terreno firme, sino profundo abismo. La cárcel fue su escuela; qué
ironía!, pero hasta allí llega la literatura, porque para ella, para las letras
no hay rejas. “En esas letras descubre, tal vez, tres dimensiones fundamentales
que pueden experimentarse por medio de la literatura; la posibilidad de
construir conocimiento, de vivir experiencias estéticas y de configurar una ética
personal.” Así como lo expresan Diela Viviana Bentancour Valencia y Erika Elexandra
Arieza Pérez ( Marzo de 2013)“ Que ni la guerra, ni las armas son una forma
digna de existencia y que el amor y la palabra, no cualquier palabra, por
supuesto, pueden ser los vientres donde se fecunde una vida ajena al horror y a
la crueldad; como lo sugiere el poeta Miguel Hernández” Al final las letras no
la absuelven de su participación en el holocausto, pero si le permiten superar la
sordera y ceguera de su realidad y
confrontar la dureza del corazón.
La literatura lleva a las tres (Matilda,
la Sastrecilla y Hanna) a transformaciones inesperadas, alarmantes podría
decirse, empezando por la transformación de su manera de pensar, de conocer, de
abrirse a la posibilidad de romper y traspasar sus fronteras, la posibilidad de
soñar, de reinventar, de imaginar, de sentir, de pensar, de decidir, de
confrontar, la posibilidad de otros mundos, de otros entornos, de otras
posibilidades, de otro destino.
Esta debe ser la apuesta de la
escuela, una apuesta sí de formación, pero que se atreva a ir más allá, a una
apuesta transformadora de vidas. “La literatura no solo amplia nuestros
horizontes cognoscitivos, no solo desarrolla nuestro intelecto; también afecta
nuestra sensibilidad, nos dispone a experiencias estéticas y a realidades
humanas que afloran, interrogan y conmocionan nuestra posición ética.
Logras un acercamiento importante a este texto que es muy importante para dejarnos ver las posibilidades de ser lectores que conmueven a los otros.
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